sábado, 8 de agosto de 2015

Chapter 1: tu chico te dejó después que le curaste el trauma es el nuevo “si pongo una fábrica de sombreros tengo hijos sin cabeza”.

Prólogo: Yesica Damiani.

Aljhdfjhdjhadljhfadijfidc *golpe de la frente contra el teclado*

Fin del prólogo.

Chapter 1: tu chico te dejó después que le curaste el trauma es el nuevo “si pongo una fábrica de sombreros tengo hijos sin cabeza”.

Mis padres no me pagan los estudios para que yo sea una mina tan boluda, pero lo soy y lo admito. Por eso mi superpoder es salir con tipos pelotudos, tipos que después, cuando les curo el trauma, me dejan.
Esto es catarsis pura. Ya saben, una siempre podría estar drogándose o teniendo vicios fuertes o chutándose con agua de la zanja y, sin embargo, acá estoy. Ansiosa por poder levantarme de madrugada a comer un pedazo de pizza fría, o rogando para que alguna de todas mis amigas con novio hoy no tenga vida sexual y pueda venir a estar un rato conmigo, aunque sea de lástima. Lo normal, ¿vieron?
Pero no estoy acá para dar rienda suelta a la frustración, porque no es atractivo y tampoco interesante. Lo interesante acá es  mi superpoder (no, no es el de salir a comprar bolas de fraile en pijama, ni ser más fea que el Sr. Spock), o sea, hablo del superpoder de tener un amplio catálogo de pelotudos, que cada día se agranda más.
Es por eso que… HOY, EN “VOS Y TODOS LOS PELOTUDOS QUE ME DEJARON”, les presento un nuevo espécimen, les diría yo que es casi el peor y más dañino en la categoría de pelotudos: “El Pelotudo (porque estos tipos merecen serlo con P mayúscula) que no quería nada serio pero que después de un tiempo te deja y se pone a ultranoviar con cualquier pelada”.
Quiero quitarme la vida cada vez que pienso la situación, ¿entienden? Porque mientras él ahora le está dando amor por la vagina a cualquier minita, yo estoy acá, fregándome los rollos contra el mantel, cuanto más puedo hacer es emborracharme con el fondo de Campari que quedó y deprimirme viendo películas con finales previsibles. Chicas, ayer lloré viendo Un viernes de locos, con Lindsay Lohan, a ese nivel llega mi depresión.
Resulta que el perfil de estos tipos es más claro que el agua: aparentemente liberales, de mentalidad “progre”, algún que otro mambito dando vueltas que hacen que vos les quieras dar amor en el pito y acompañarlos en su bohemia vida de buhardilla intelectual que sólo le quedaba bien a Cortázar y a algún otro forro más. Pero no a vos, querido, que tenes 40 años y tantas deudas con la vida y las personas, que te imposibilitan mirar hacia algún otro lado que no sea tu propio ombligo. Te dejo que te quedes con el vuelto de esto último que te digo, de nada.
Cuando me dijo que no quería nada serio, pensé en ir a casa, ponerme la careta de Cacho Garay, volver y cogérmelo así, mientras le contaba algunos chistes. Debí haberme imaginado antes que no iba a llegar a ningún lado con chamuyos universitarios de chica leída y bieneducada.
No, Suly, dijeron mis amigas, “no quiere nada serio, es decir, una relación, presentar a papá y mamá, amigos, etcétera”. Siempre me quedo pensando en las partes que faltan, si yo entendí tan mal el concepto de nada serio, entonces ¿qué ocultaría ese gran etcétera?
Era crucial, y con el tiempo lo fui entendiendo: lo que estos chicos quieren es darte bola cuando están heridos y necesitan consuelo, que los acompañes al cine cuando no pueden más de patéticos, que les hagas de séquito si quieren ir a cenar, y que te los cojas de vez en cuando pero que ni se te ocurra llevar el cepillo de dientes a su casa NIPORCASUALIDAD. Por algún extraño motivo te prefieren con los dientes sucios por la vida y, sacar tal aparatejo de la cartera, aunque signifique volver a meterlo dentro después de su uso, es peor que si a un vampiro le pusieras enfrente una riestra de ajo. SE ESPANTAN, SE LOS JURO, YO LOS HE VISTO.
Hay otra serie de cosas que no se pueden hacer con los chicos progres y liberales hijos de boludos. Por ejemplo, mandarles mensajes o llamarlos a cualquier hora. Es extraño, pero se manejan como en la CIA: si ellos quieren, te encuentran y, sino, es mejor que te fumigues. No vaya a ser cosa que les llegue un Whatsapp tuyo mientras están en un partidosuperimportante de play con sus amigos. Tampoco podes etiquetarlos en Facebook, por el simple motivo de que quedas como una stalker: ellos NO aceptan las etiquetas, para que la publicación no se vea en sus muros.
Te llevan a la casa y te pegan la revolcada del siglo, al otro día amaneces con ellos y tu cuerpo toca partes íntimas del cuerpo del otro. Le estás aplastando un huevo con el codo, pero por la calle a la hora de salir caminan a cuatro metros de distancia. Resulta increíble que el día anterior estuvieron horas y horas jugando al tétrix humano. Parecería increíble que el día anterior el señor insistió con tocarle el timbre al demonio una y otra vez durante unas cuantas horas.
Mujer, entendelo: no quiere nada *serio*. ¿QUÉ ES ESO DE IR CAMINANDO JUNTOS POR LA CALLE? ¿Y AGARRARLO DE LA MANO? Mi estimado: a veces le toco la mano a mis amigos, como muestra de gratitud, y no hacen tanto escombro.
El problema lo tiene usted, no yo.
Esperen, se viene lo más importante y característico de todo: cuando les preguntas ¿qué somos vos y yo?” Dan vueltas como un perro que se quiere morder la cola: “somos amigos”.
BINGO.
Querido, cada vez que les cuento a mis amigos tu respuesta se enojan y me preguntan si ellos también pueden tocarme el culo. Porque, pensalo de esta forma; en definitiva, son mis amigos (tanto varones como mujeres) los que se bancan mis recaídas por culpa del pelotudo *sincompromisos* que me forrea y me basurea como quiere, se bancan ellos escucharme despotricar contra cosa se me ponga delante, me bancan, me bancan y me bancan y ni siquiera me pueden coger. Es injusto para ellos que vos te consideres mi *amigo*
Así que, no, chiqui. No sos mi amigo. Borratelo de la mente. Hace como los hombres de negro, quítalo, flasheate, apreta un botón, reiniciate, fumigate. Querete.
Querete un poco. No sos mi amigo.
En el camino, las idas y vueltas. En el camino el sí y el no, el tal vez, el no sé. En el camino vengo y voy, venimos, nos vamos, jugamos al * no te mando mensaje hasta que vos no me mandes uno* y a los * ahora le mando un mensaje yo porque ayer me lo mandó él* en el camino los Vistos clavados, las dos flechitas azules y la ausencia de respuesta. Porque no te basta ignorarme en la vida real que necesitas hacerlo por cuanto medio se invente. En el camino la nada misma, la falta de comunicación y de claridad. Porque, se los juro, cuando queres negarte a algo, te dicen poéticamente (si te toca un pelotudopoético con mucho Neruda Para Principiantes encima) que el mundo es redondo y si corres en la dirección contraria en algún punto se encontrarán.
Después, la nada misma.
Te cortan el rostro y se ponen a noviar con una ultrapelada que tiene menos gracia que un choripán bailarín. Una de esas rubias que tienen la puta costumbre de dejarse las raíces negras. Y encima tienen el tupé de decirte que con vos nunca se "terminó" nada porque jamás se "empezó" algo. Hacele un bien a la humanidad y morite de un estornudo. 
¿Sabes qué? Si la próxima vez corro en dirección contraria y, según vos, en algún punto tenemos que encontrarnos, que por favor sea en la concha de tu madre.

Ah, no, pará… 

4 comentarios:

  1. Me encantó. ¿Cómo no sentirse identificada con ésto? Ya te he dicho que no puedo dejar de leerte. Tenés una forma muy copada de decir las cosas, Suly :) Un besote!

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  2. Jajajaja. Qué genialidad esto! (Que genialidad el prólogo dicho sea de paso, palabras sublimes). Fuerte la identificación, vos sabes con que lado, x dos segundos sentí pánico escénico, pero se me paso. Qué lindo q haya renacido esta belleza de blog!

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